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40 años de espera: la desaparición forzada en Guatemala

  • Foto del escritor: Jeziel Pineda
    Jeziel Pineda
  • 2 nov 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 4 nov 2022

Lourdes Alcantara

27 de septiembre del 2022, fue una mañana lluviosa en el departamento de Chimaltenango, en un pequeño sector de San Juan Comalapa, se llevaba a cabo un velorio, Celestina Cutzal junto a sus hijos y nietos esperaban el momento para comenzar con la sepultura de su esposo, Timoteo Chuy Chalí, la última vez que lo vió con vida había sido 40 años atrás, cuando Timoteo tenía 28 años y había salido a cortar leña.


Timoteo fue una víctima más de las desapariciones forzadas que ocurrieron en Guatemala durante el conflicto armado interno, una guerra que duró 36 años y dejó a muchas familias incompletas.


Según datos proporcionados por el Grupo de Apoyo Mutuo (Gam) se estima que como el caso de Timoteo, desde 1981 a 1983 se reportaron 42 mil 275 víctimas de la desaparición forzada de los cuales se estima que se habría ejecutado 23 mil 671, además del 83% de las víctimas que han sido identificadas pertenecen a una etnia maya.


Celestina comentó que tras la desaparición de su esposo tuvo que migrar al sur y comenzó a trabajar en una finca de café, tuvo que sacar adelante a sus 5 hijos, con quienes afrontó las dificultades económicas tras el secuestro de su esposo.


Pablo Montenegro coordinador de prensa de la Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas (FGER) comentó que han trabajado junto con la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) y la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua) para compartir información en diferentes idiomas a los distintos territorios del país y así poder ayudar a la búsqueda e identificación de cuerpos.


"El proceso que se realiza es el siguiente: muchas de las esposas de las personas que fueron víctimas de la desaparición forzada acuden a CONAVIGUA o bien de forma independiente acuden a FAFG, la FAFG realiza un proceso de 4 pasos los cuales consisten en

1) Investigación y documentación de víctimas.


2) Arqueología forense.

3) Antropología forense.

4) Genética forense.

5) Confirmación de identificación.


Han identificado cientos de tumbas o sepulturas clandestinas, ellos almacenan los restos y a través de la extracción de muestras de ADN logran identificar a los familiares de las víctimas y devolver los restos".


La socióloga María García explicó que la identificación de restos y que sus familiares puedan darles una sepultura digna es algo muy importante, pues al final es una forma de sanar las heridas de la guerra en la sociedad guatemalteca, junto a ello es necesario que se haga justicia, aunque algunos de los que perpetuaron estos crímenes ya no estén con vida, es necesario que estas historias se den a conocer para que no se vuelvan a repetir en la historia.


Comentó que es lamentable ya que hechos como estos fomentaron aun más la desigualdad y fragmentaron a las familias, pues así como el caso de Celestina, se quedaron sin el proveedor del hogar o bien muchas familias fueron desplazadas de sus territorios, las consecuencias del desplazamiento, la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales, siguen siendo visibles en la sociedad de hoy en día y muchos de estos actos fueron cometidos muchas veces por el racismo que impera en Guatemala desde tiempos de la colonia.


Expresó que incluso los acuerdos de paz, no solventaron esta problemática del racismo y discriminación hacia los pueblos, la comisión del Esclarecimiento Histórico no cumplió con la labor de devolver a las familias lo que habían perdido e incluso tras la firma de los acuerdos aún se cometieron crímenes contra personas que estaban contribuyendo a la documentación de lo ocurrido durante el conflicto armado, como Monseñor Gerardi.


Las investigaciones forenses realiazdas por FAFG fueron realizadas en

  • Panzós, Alta Verapaz.

  • Acul, Nebaj, Quiché.

  • Chel, Chajul, Quiche.

  • Belén, Santo Domingo, Suchitepéquez

En el año de 2003 realizaron una investigación en el antiguo destacamento militar de San Juan Comalapa, Chimaltenango, en donde se encontraron 220 osamentas de personas secuestradas y desaparecidas, posteriormente estas fueron trasladadas a las osamentas de las víctimas de la guerra, las cuales se encuentras en el mausoleo del paisaje de la memoria, sitio que es resguardado por CONAVIGUA.


Durante esa investigación habría sido encontrado el cuerpo de Timoteo Chalí, quien logró ser identificado hasta el año 2022, tras la extracción de una muestra de ADN de sus familiares y tras ser comparado con 172 restos de personas.


Su esposa Celestina, asegura que no estaba involucrado en la guerrilla y que fue un buen hombre, tras 40 años de ausencia finalmente lograron darle sepultura.






 
 
 

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