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2020 la Semana Santa que nunca llegó y un futuro alentador

  • Erick Guzmán
  • 7 oct 2022
  • 4 Min. de lectura

La tradición del Vía Crucis fue iniciada en la Antigua Guatemala por el Hermano Pedro de San José de Betancourt en el siglo XVII.


La Semana Santa en nuestro país debe ser entendida en un contexto no sólo religioso, sino histórico, cultural e incluso económico, y por todos estos factores, es una tradición que tiene trascendencia para la gran mayoría de guatemaltecos.


Antecedentes

Existe evidencia de que a finales del siglo XVI, existían ya algunas procesiones sobre todo del Santo Entierro, cuyo objetivo primordial era la evangelización a través del espectáculo y las imágenes. Es importante mencionar estas procesiones en sus orígenes consistían en pequeños muebles cargados por 6 u 8 personas, sin mayor alegoría, más que algunas flores y cirios y constituían un acto penitencial; de allí viene el famoso traje del famoso cucurucho, pues las personas que cargaban llevaban el rostro cubierto para ocultar su identidad.

Cortejos más importantes a nivel nacional

El ciclo de la Cuaresma inicia desde el miércoles de Ceniza, el cortejo más importante durante este tiempo es del quinto domingo de Cuaresma, que sale de la aldea de San Bartolomé Becerra en Antigua Guatemala con la imagen de Jesús Nazareno de la Caída. Debido a la gran cantidad de devotos, no únicamente nacionales, sino de países vecinos como El Salvador, desde donde incluso se arman caravanas de devotos que vienen a cargar. Se estima que los ingresos solo de turnos se acerca a los 517 mil quetzales.

Allí mismo, en Antigua Guatemala, hay procesiones como la de la Escuela de Cristo, y la que sale de la aldea San Felipe de Jesús cuyos ingresos también superan el medio millón de quetzales. En otras regiones del país, como Quetzaltenango, podemos mencionar la procesión del Señor Sepultado del Templo de San Nicolás; en la ciudad de Guatemala, los cortejos más importantes son la procesión del Cristo Yacente de El Calvario y la de Jesús Nazareno de Candelaria, que circula el Jueves Santo durante todo el día, superando los ingresos de 1 millón de quetzales.



Estos cortejos son de renombre, sin embargo a lo largo y ancho del territorio nacional también encontramos hermandades que realizan actividades de devoción cuyos ingresos superan los 100 mil quetzales.

La cancelación de actividades religiosas en la historia de Guatemala

Durante el transcurso de la historia del catolicismo en nuestro país, especialmente durante el siglo XVII cuando el esplendor de las procesiones ya era mayor, ha habido algunos momentos difíciles. Según relata el cronista Miguel Alfredo Álvarez Arévalo.

Según comenta Álvarez Arévalo, en 1718 y 1774 se suspendieron los cortejos procesionales debido a los temblores de los años anteriores. Sin embargo, salió la procesión de Jesús de La Merced llamada La Reseña. Por otro lado, comenta que en años posteriores los cortejos se realizaron con normalidad. En 1974 también fueron canceladas debido al terremoto de julio de 1973.

Covid-19 y La Semana Santa que nunca llegó



Las procesiones de Semana Santa tienen un origen religioso, con el paso de los años, el fenómeno ha trascendido a otros ámbitos de la vida social al punto en que se ha convertido en un patrimonio propio de los guatemaltecos precisamente por su valor social, artístico y cultural. Y la mejora económica que representa para el turismo y las Hermandades a nivel nacional.

El impacto económico de la temporada es muy importante. En 2011, Mario García Lara junto al Grupo Satélite determinaron que la Semana Santa en Antigua Guatemala genera un movimiento económico de alrededor de $85 millones de dólares (por inflación y crecimiento real debió rondar los $120 millones en 2019).

Esta es una consecuencia extraordinaria del Covid-19. Todo el folclor que gira alrededor de la Semana Santa quedó en suspenso. Las imágenes y las andas quedaron guardadas; los espacios públicos vacíos. Los platillos, los dulces y bebidas tradicionales no se prepararon. Las marchas sonaron en plataformas digitales y no en las calles. Los 50,000 cucuruchos se quedaron en casa con las túnicas guardadas.

Melanie Castro, miembro de la Sociedad de Dolores de Candelaria menciona que como grupo religioso fue un proceso triste y lleno de incertidumbre, sin embargo continuaron con el proceso de realizar actividades de manera digital. También, aclara que muchas hermandades recibieron comentarios negativos frente a la postura de acatar las órdenes propuestas por gobernación.

“Tristeza, enojo e incertidumbre porque se mencionaba que no se debía haber cancelado los cortejos ya que otros eventos públicos aún seguían de pie”.

Por su parte el tesorero de la Hermandad de Cuaresma y Semana Santa de Amatitlán (HCSSA), Oscar Escalante se refirió a la Semana Santa 2020 como un año de pérdidas para la iglesia y para el país.

Tanto Melanie Castro como Oscar Escalante mencionan que el proceso de organización de actividades no es en cuestión de días, es un proceso que dura año y medio en concretarse y esto equivale a una gran inversión de tiempo y quetzales. La HCSSA ingresa un estimado anual de 320 mil quetzales, debido a la pandemia se perdió cerca de 50 mil quetzales.

El 2023 y una nueva esperanza de salir a las calles

Oscar Escalante menciona que el avance de medicamento y restricciones han logrado ver un futuro alentador para los cortejos, ninguna Hermandad se ha planteado depurar cortejos para evitar gastos, por el contrario se plantean nuevos proyectos para socios, colaboradores y miembros de las agrupaciones para seguir fomentando estas tradiciones.

También existe la posibilidad de tener renegociaciones de contrato de banda de música sacra para obtener un mejor presupuesto de cara al 2023 y poder salir a las calles como se ha venido especulando desde 2022.

Para Melanie Castro el campo religioso se ve más activo, pues se ha visto que las actividades se han podido realizar sin mayor problema que seguir las medidas de seguridad del Ministerio de Salud Pública y Social y espera que este 2023 se aplique lo aprendido en años anteriores para mejorar la calidad de las actividades para bien común.

“Es necesario tener claro que los cortejos, aunque sean parte de la Semana Santa no lo es todo, pues va más allá de participar en nuestra iglesia, debemos evangelizar a las personas y el motivo principal fue el trayecto que Jesús tuvo para salvarnos a todos, tener presente lo que él hizo por nosotros y cómo nosotros podemos agradecerle a través de la evangelización hacia otras personas y que nuestros buenos actos se reflejan en ello”.




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